Tomé esta foto hace unas semanas mientras caminaba por Coyoacán con mi mamá.
Caminar con mi mamá es algo que no hago mucho porque no vivimos en la misma ciudad, pero me acuerdo que de niña sí caminaba mucho con ella. A lo mejor no se acuerda, pero recuerdo los mercados de su mano, el salto del coche a la banqueta y las plazas comerciales donde distraíamos la tristeza con un helado de yoghurt.
La imagen no estaba en la calle, me la encontré adentro de una librería que quería mostrarle a mi mamá porque le he compartido algunos textos feministas y adentro de esta librería hay un pasillo de puras vulvas: pintadas, tejidas, retratadas, coloridas, en sepia o sin color.
Ese día regresamos en metrobús a mi casa y al regresar, tomamos vino y comimos queso. Llovía y yo estaba muy curiosa de saber y de enterarme cómo era la vida de mi mamá, hace más de 40 años cuando vivía en la Ciudad de México. Mi ma´ me contó un par de cosas que me hicieron viajar a través del tiempo con imágenes, otras hicieron que se me apachurrara el corazón y algunas más, me tocaron los intestinos.
LA DESOBEDIENCIA, MI SALVACIÓN.
¿Qué es desobedecer?
Creo que ni me compete mucho hablar del tema porque temo aparecer funada en las redes en alguna página como ésta , convertirme en un meme y hasta quizá una marca de mayonesa aproveche mi humillación pública para hacer una colaboración pagada.
Pero no importa, de todos modos voy a tomar el riesgo. Aquí te voy:
La primera vez que yo “desobedecí” tenía como 7 años. Me fui de mi casa con lo que recuerdo fue mi primera gastritis, agarré mi guitarra y me salí por la puerta principal. Me acuerdo que mientras caminaba sola, me miraba los zapatos y tarareaba la canción de “tobilleras periquita” (si rondas los late 30´s o de ahí para adelante, y creciste en Guadalajara, sabrás de qué hablo) pero si todavía produces muchos estrógenos, y no tienes ni idea, aquí te pongo en contexto:
Me gustaban mucho esos calcetines, sobretodo me gustaba ver las marcas de la pintura negra de mis zapatos escolares, pintadas en mis “tobilleras” sudadas.
Ese día que me salí de casa, traía el uniforme del colegio puesto. Lo de la guitarra, supongo que me inspiré en Snoopy y me pareció que no podía irme con las manos vacías y en ese momento Miss Cecy, mi maestra de primero de primaria, me daba clases particulares de guitarra. En su casa siempre había canelitas y jugos mientras me enseñaba a leer música y a “soltar la mano” para tocar el guapango.
¿Fuimos realmente niñas? ¿Por qué nos han llamado “futuras señoras” desde pequeñas?
También jugaba a las “comiditas” y a ser las “comadres” con bebés de plástico que parecían estar poseídos, en mano.
Caminé como 20 minutos rumbo al depa de mi abuela. Llegué y le pedí que no le dijera a nadie que me había ido. La angustia de su cara no se me olvida. “Tu mamá se ha de estar muriendo de no saber dónde estás” y yo lo único que tenía era rabia que no podía gestionar. No era culpa de mi mamá, era culpa de algunas circunstancias no fáciles de procesar para una niña de 7 años.
Y bueno, ese es mi primer recuerdo de desobediencia. Yo sabía que habría una consecuencia, pero una causa más profunda hacía que el riesgo valiera la pena.
DESOBEDECER ES PROTEGERTE.
No solo a los 7 años, sino a cualquier edad. Aquella vez necesitaba desobedecer para darme cuenta que había otras formas de manifestar lo que traía por dentro y desde entonces, me gusta mucho no obedecer.
He decidido no perdonar o “dejar ir” muchas cosas (y por ende, irme en contra de todos los discursos de Psicología pop que traen un oleaje bastante presente ahora mismo) y esas decisiones me han salvado la vida: no volver a estar en peligro, no volver a hablar con agresores, no relacionarme con personas que lo más seguro es que vayan a hacerme daño, no regresar a lugares donde me he sentido rota, etc.
Y SI ME LO PERMITES, YO QUE CREO QUE SÍ DEBERÍAS DE DESOBEDECER.
Pero si te sigue causando mucha bronca. también se vale no hacerlo. O si ya te metí el gusanito, aquí hay 10 pasos:
Cuestiona lo “normal”.
Nombra las opresiones.
Di “No” y dale un madrazo a la culpa.
Crea tribu.
Antes de salir de tu casa, recuerda que lo personal es político.
No, no tienes el “síndrome de la impostora” lo que pasa es que te enseñaron a no confiar en tus capacidades.
No suavices tus palabras para no parecer “agresiva”.
Deja de contener hombres que no quieren hacer nada por ellos mismos.
Defiende tus ideas.
Tus acciones van a incomodar, haz las paces con eso.
Cuando abriste este correo leíste que “ya no estoy tan rota”
Y es que sí quería escribir sobre lo que significa “estar rotas” porque a mí me gusta reconocer(me) el dolor cuando siento que me rompí, porque en eso tan carnal, encuentro mucha validación.
Llevo algunos meses sintiéndome muy bien anímicamente, lo cual, no es tan habitual en mí. Especialmente desde hace 3 años que entré en una perimenopausia prematura y la pasé muy muy mal, ahora solo me quedan los bochornos que me producen ansiedad y los episodios donde no le encuentro sentido a muchas cosas (la verdad yo creo que esto último no tiene que ver con mis hormonas, sino con el mundo tan podrido que habitamos)
El caso es que últimamente no me he sentido rota y ahora no sé cómo explicarle a mi sistema nervioso que no estoy aburrida, que solo estoy tranquila.
Pero este domingo me hizo ruido.
En México se celebró el día del padre y vi las redes plagadas de reflexiones vacías y promotoras de perdonar a la de a huevo que disque “para dejar ir” cuando lo único que promueven es que las personas que se encuentran en un vínculo traumático, vuelvan a estar cerca de quienes les traumatizaron.
Influencers diciendo que no importa si tu papá te agredió o te violentó, que lo hizo desde sus heridas y que si no te ha pedido perdón es porque le duele mucho reconocer sus errores, pero que de igual manera, es tu responsabilidad perdonarlo para que “puedas fluir económicamente” (ya sé que parece chiste, pero es real)
Lo más grave es que incitan a “perdonar” a personas que NI SIQUIERA LES HAN PEDIDO PERDÓN.
Si no te piden perdón, ¿es por algo, no?
Kathryn Norlock dice que el que el perdón es un ejercicio relacional y de poder, no una sumisión pasiva. Yo estoy de acuerdo, siempre y cuando perdonar NO TE PONGA EN PELIGRO.
Fabiola.
Muchas gracias por compartir tus experiencias, leyéndote me acuerdo cuando era niña y desobedecí muchas veces, pero me iba muy mal, mi mamá me golpeaba hasta cansarse, aún así seguía desobedeciendo, ni hablar… Gracias, gracias, gracias
Wow!! Siempre tus palabras llenan espacios y resuenan dentro de mí, gracias por compartirte con nosotras 🥰🥰💜💜